domingo, 22 de abril de 2012

El cielo de tus ojos


Como si de un imán interior se tratase. Preciso, latente, en los momentos mas sublimes, mas profundos, miramos hacia el cielo.
Tal vez pedimos algún deseo a algún Dios perdido en la inmensidad de la bóveda celeste. Quizás apuntamos los ojos al “norte” cerebral exigiendo alguna demanda imperiosa, egoísta. Será que tal vez necesitamos hablar con aquellas personas que habitaron en nuestros dias y que hoy físicamente no se encuentran más que en el latir de nuestros corazones.

Como si de un cordón umbilical astral se tratase, en la intimidad de los seres conscientes, algo nos llama mirar hacia el cielo. Nadie escapa a la totalidad. De allí venimos, y hacia allí vamos.  

Un instinto irrefrenable nos hace alzar la mirada llena de alegría, o dudas, o tristezas; como si allí se hallase aquel o aquello que pudiera satisfacer nuestra vicisitud.
Al cielo mirábamos, desde los remotos tiempos homínidos, cada amanecer desde las frías cavernas, para asegurarnos que el nuevo día nacía; y con él, desaparecían los depredadores oportunistas y la oscuridad infinita.
Al mar empetrolado salpicadito de estrellas acudíamos, acudimos, y acudiremos, para plasmar en la eternidad la emoción mas caótica y armónica jamás vivida llamada “amor”.

Desde que la vida fue evolucionando en formas cada vez mas complejas de consciencia, preguntas antes nunca formuladas comenzaron a deambular la atmósfera terrestre y  traspasarla en búsqueda de respuestas nunca oídas: “¿que somos?” “¿para y por que estamos vivos?” “¿de que vale todo esto?” 
Miedos milenarios como la muerte, la duda exitencial, o los debatires emocionales cotidianos han buscado respuesta ahí arriba. Y el cielo, cual filosofo genial y divino, siempre nos devolvió la mejor respuesta: el silencio...





Silencio, y belleza...

Por eso, se que siempre mirare el cielo a admirar su belleza y esperar la mejor de las respuestas ante cualquier vicisitud. El cielo, sabio y testigo del Todo es muy elocuente. El silencio habla por si solo.

Quizás es hora de acallar esa voz en la cabeza, apostar por el silencio y vivir… que al fin y al cabo de eso se trata la vida.




TDL

2 comentarios:

  1. Es muy humano desear signos y mensajes inmediatos. Sin embargo, para escuchar hay que saber hacerlo, y para saber hay que dedicar tiempo a aprender. Si practicas el silencio, el viaje interior, si te das tiempo para escuchar y crear el espacio para escuchar, seras capaz de oir. Seras capaz de ver los signos y recibir los mensajes que esperas...
    y desarrollaras el arte de la paciencia.
    La paciencia y la oportunidad... Todo llega cuando tiene que llegar, la vida no tiene final, nunca morimos, solo pasamos por distintas fases. No existe un final.
    Los seres humanos tenemos muchas dimensiones llenas de lecciones por aprender...
    y todas ellas con el cielo como unico testigo.-

    (.... un sin fin de risas oscuras!)
    :)

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  2. ..Que bellas palabras!!! Y que dífil ponerlo en práctica...un instante de silencio.. solo unos segundos contemplando el silencio.. La paciencia, esa capacidad que hay que ejercitarla día a día, y que la cotidianidad la pone a prueba diariamente..."sala de espera llena de personas conversando ( bah "conversando", si al ruido se le puede llamar así), niños gritando a la espera de su vacuna, rompe la paciencia de cualquiera, si el observador quisiera seguir una de las conversaciones, siquiera saber de que se trata cada charla, le sería aún más difícil, que querer "sumergirse" en el silencio"...acá no hay cielo que mirar, solo un montón de personas enojadas y mufadas porque no las atendés a tiempo.. Ahora bien, como logro zambullirme, ensimismarme en el silencio?... y si logro estar en silencio, encontraré esa paz??..tal vez tenga que ejercitar aún más esa cualidad de tapar los oídos con un bostezo... y asi, solo así, cuando vea esos labios moverse, no lograré escuchar ningún sonido...

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