EL ARBOL DE LA VIDA
Me acosté un instante buscando el sueño
reparador que me haga olvidar de todo. Cerré los ojos y entre sueños vi un árbol iluminado. No sabía cómo
ese árbol había llegado ahí, pero ahí, estaba: inmaculado, imponente, pero
árbol al fin. Y vi, que de sus ramas brotaban hojas. Estas, aumentaban su tamaño, cambiaban su forma y
color, como si de un progreso se tratase. Luego, las mismas hojas, superado su
pico máximo de esplendor, comenzaban a secarse, a perder vigor; y, tambaleantes
ante el viento que las azotaban, iban cayendo una tras otra, cerca de las raíces
gruesas de aquel mágico árbol. Raíces que penetraban la tierra de aquel desconocido
lugar.
Me enmudeció imaginar lo que sería aquel árbol sin
hojas. Más allá de lo relativo de la belleza, supuse que no se vería bien.
(Bueno, “bien” no es el término más adecuado, ya que: ¿quién soy yo para juzgar
lo q está bien o está mal?… pero en términos subjetivos de belleza, la belleza
que proyectaría aquel esquelético ser vivo vegetal rondaría los adjetivos de:
“naturaleza muerta”, “tétrico”, “mortecino”, etc.). Y que con el tiempo,
terminaría él, con el mismo destino de la última hoja que lo había abandonado,
en algún otoño perdido, en los tiempos de los tiempos. Ya que, esas pequeñitas
partes del árbol que brotaban, crecían, se desarrollaban para luego ir
marchitándose hasta la despedida final; cumplían, desde su porción del TODO,
como antenas receptoras de una energía invisible pero latente, convirtiéndose
en instrumentos fundamentales para el propio desarrollo y crecimiento del
árbol. Una energía vital, intangible, impalpable, efímera en la eternidad del
universo
Fue ahí que aprendí que, en una simbiosis
solidaria, las hojas necesitaban del árbol para vivir, ya que de el nacían.
Como así el árbol necesitaba de ellas para no perecer en el olvido de la NADA,
que era de donde había venido. Uno dependía más del otro, pero sin el uno u el
otro, ambos estarían condenados a desaparecer.
También me percate de otros factores musicales
que interactuaban en la escena cósmica. Factores que escapan a la comprensión de
mi intelecto, pero que maravillaban de solo verlos. Porque hubo ratos en que una
música en forma de agua y en apasionada emoción, se abalanzaba sobre él, se
desplomaba sobre la tierra circundante y se filtraba, bien hacia lo profundo de
la misma, hacia dichas raíces sumergidas en el subsuelo del espacio. O también
estaba ese silbido, tenue o violento en ocasiones, que solía mecer las ramas y
sus hojas habitantes, como arropándolas y deseándoles dulces sueños. Pero que también servía como ente de sacudón
y despertar.
Y fue que de golpe, del árbol, asomó un fruto, tímido,
entre unas enormes hojas ejemplares. Otro fruto asomó mas allá, y uno nuevo por
acá, y dos más en las hojas del norte. Y más, y más…. Como jugando a la
escondida pero al revés, los frutos emergían como burbujas desde el fondo del
mar, que ascendían frenéticas con la
única misión de encontrar aire donde desvanecerse. Y el árbol quedaba bello y
colorido escondido detrás del manto de hojas, ramas y frutos, como una luz en
el medio de la nada, como una voz en la soledad. Hermoso
Pero llego un periodo donde no había esa
energía necesaria para el funcionamiento óptimo del árbol. Y las hojas caían en
manadas, los frutos se secaban hasta quedar su corazón al cielo, y el árbol;
raquítico, tenebroso, soportaba en silencio; como aguardando que el tiempo renueve sus
horas. Porque ese árbol parecía saber que
tarde o temprano esa energía volvería. No hacia más q soportar la desnudez de
su humilde condición en silencio, triste, pero con dignidad y con la esperanza
del que sabe el final.
Fue ahí que comprendí todo. Y del éxtasis
desperté de aquel mágico sueño. Todo eran capas, todo era cíclico, todo
guardaba los mismos principios, por mas insignificante que fuese, por más
grandioso que fuera. Porque claro, el TODO está en TODO, y todo lo que fuese
parte de ese TODO sería como él.
Entonces baje de mi cama, donde todo es “liquidez”,
funcionalidad, negocio. Donde las reglas la dicta el poder, y donde el Poder es
un vicio mayor que respirar. Donde unos pocos mandan y unos muchos acatan.
Donde la especie alcanza su pico máximo de decadencia hasta el punto de
someterse al peligro de la extinción.
Desperté en mi siglo, el 21, donde lo barato
sale caro y lo caro cuesta una vida. Donde la suerte está casi echada desde la
cuna donde uno nace. Donde el rating marca tendencias, y donde pensar suena
aburrido.
Apoye los pies en la tierra de los vicios, en la
era del egoísmo, para contentar una existencia vacía, equívoca, peligrosa.
Donde el fin justifica los medios, y donde vale todo con tal de ganar. Donde la
libertad es puro “merchandancing imperialista”, y donde la organización social
permite que haya desigualdad entre iguales. Donde para vivir tengo que trabajar
para poder recibir un papel con cierto valor virtual que pronto tendré que
poner en circulación en un mercado voraz, pagando todo lo que me obligan para subsistir,
mientras, esos pocos que crearon ese “anillo de poder, el Uno para dominarlos a
todos” juegan a tener más y más. O donde ciertas personas juegan a controlar y
canalizar esa energía mágica llamada Fe dentro de nefastas instituciones
religiosas que lo único que desean es poder, control, achatamiento de masas y
conflictos.
Pise firme el suelo de mi casa, que está en un
planeta donde una especie animal se
comporta mas como virus que como su verdadera condición de mamífero. Donde la
mentira me llega en forma de imagen audiovisual adornada de mil luces y
pirotecnias empaquetadas en una caja llamada televisión. Donde hasta el artista
se olvido de hacer arte por el simple amor de hacerlo, para transformarlo en
una mercancía de intercambio y en un inflador de su propio monstruo interno
llamado “ego”. Donde el ego es todo lo que tengo y lo único que me enseñan a
alimentar. En un mundo donde nadie es
enseñado a asumir las consecuencias de sus actos, ni mucho menos a pensar antes
de interactuar con otros. Donde todos ignoran que la libertad propia termina en
la ajena, y que si quiero al prójimo, me estoy queriéndo a mí mismo, ya que
todos juntos jugamos en el mismo equipo.
Me calce y me vestí mientras veía donde estaba
realmente. En un planeta hermoso al cual desde la avaricia, el egoísmo y la
ambición, estamos fundiendo en una suerte de agonía cancerígena. Donde los
inteligentes no son los que dicen ser inteligentes. Donde una imagen vale más
que mil palabras y donde la palabra es usada sin reparos del poder que tiene el
comunicarse con el otro y lo que puedo influir en él. Donde las mentiras son
piadosas, la envidia es sana, donde la violencia vende, o lo correcto es de
idiotas, en donde el solidario es un boludo y el garca un vivo. Donde todo en
derredor es caótico y las sonrisas cotidianas son a cuenta gotas
Me peiné y me perfumé entre toda esa mierda que
me rodeaba y me amargaba y me hacia desear no haber venido a este mundo en esta
época. Donde te enseñan que es utópico pensar en poder desarticular la
maquinaria que hace funcionar este maldito sistema de organización social
mezquino. Donde no te dejan soñar pero te mantienen adormecido, donde nunca se
incentiva a pensar. Un lugar donde es más importante acumular dinero antes que
sabiduría
Cuando abrí la puerta de mi casa, y salí, me di
cuenta que igual sonreía en silencio. Porque comprendí que soy como aquella
hoja del árbol mágico que se ilumino en mi sueño. Que tengo un ciclo aquí en
vida que cumplir para alimentar a ese árbol llamado vida… y que como todo
ciclo, toda esta basura de existencia que me toca vivir a mí, algún día
cambiará, y otras hojas podrán disfrutar de la energía vital. Esa que hoy
brilla por su ausencia, y bien que hace…
TDL
Ya te habia dicho esto alguna vez pero dsp de leer esto lo reafirmo con todo mi ser...
ResponderEliminar* Creo que si cada uno de nosotros tuviese la iniciativa de lograr un cambio interno que repercuta en el TODO de todos como vos lo haces, seria el inicio de algo profundamente hermoso y perfecto como es el equilibrio y la armonia entre la energia de todas las almas que habitan este planeta...*
Que tu ejemplo logre un sin fin de risas oscuras.
:)